"El primer trago de cerveza"...
...es un libro de un señor llamado Phillippe Delorm. En él, Phillippe intenta destacar lo efímeramente gratificante que pueden llegar a ser algunos pequeños detalles, gestos y momentos que muchas veces ignoramos. Todo por ir demasiado inmersos en nuestro monótono e implacable día a día; o simplemente porque andamos recontra-aguevoniaos, da igual. La cosa es que sin duda son muchos, y muy distintos, aquellos contados instantes cuando nuestra felicidad es tal que podría no caber en nuestros cuerpos, y aun así no los apreciamos.
Los pequeños placeres de la vida son los que con más intensidad se disfrutan.
Claro está que estos momentos suelen suceder sin previo aviso, en un instante muy pequeño y solo cuando nuestro atareado cerebro nos permite percibirlos. Podría resultar difícil a veces, pero cuando sucede... simplemente no tiene explicación. En ocasiones es algo tan sencillo como peinar a tus hijos y, sin ninguna razón aparente, darte cuenta que han crecido un montón y que no cambiarías ni en un millón de años todas las infinitas decisiones y mágicas casualidades que dieron lugar al grandioso momento que hoy te permite peinar una linda cabecita... y así, nada más, sin explicación... sonreirás... (Luego consigues un puto piojo y tu sonrisa se borra abruptamente, pero no te preocupes, habrá otros momentos).
Bueno, al grano. La cosa es que, de entre este montón de motivos para estar pletóricos y con sonrisa de idiota enamorado, hoy queremos resaltar uno en especial: Dar y recibir buenos deseos.
Es comprensible que pueda parecer algo insignificante, pues desearle a alguien lo mejor no parece ser más que decir unas cuanta palabras (o fingirlas), y no existe una herramienta que pueda medir la calidad de un deseo. Pero cuando las palabras se pronuncian sinceras y los buenos deseos se dan de corazón, se origina un gigantesco cúmulo de buenos pensamientos que conspiran con el universo para llevar, a cualquier rincón del planeta y de alguna forma inexplicable, una sobre carga de energía cuyo único propósito es desencadenar una mágica secuencia de eventos que ayuden a cumplir los sueños de cada ser humano en el mundo.
Y para que todo ello funcione; para que se desencadene toda esa afortunada secuencia de eventos... (Prestar atención a esto, pues esta es la razón por la que no todos los buenos deseos funcionan, o si quiera lleguen a su destino)... debemos saber cómo recibir los buenos deseos de alguien.
Nos parece que fue Picasso quien dijo algo como "la inspiración existe, pero debe encontrarte trabajando"... pues con los buenos deseos es algo parecido, créenos, están allí, pero deben encontrarte apreciando la vida.
Por mucho que alguien te desee lo mejor, la verdad es que casi todo está en tus manos (y en tu actitud). En realidad son una llamada de atención, un intento de animarte, de hacerte cambiar, de que te des cuenta que tú tienes todo lo que necesitas para hacer que esos buenos deseos se materialicen, o no. Al final no deberías tomarlo como un deseo, si no como una orden; una orden para que seas feliz, para que seas lo mejor que puedas ser. Para que levantes tu culo y vayas a cumplir tus sueños.
La próxima vez que alguien te diga "que te vaya bien" o "te deseo lo mejor" no te quedes ahí parado con cara de estúpido asintiendo con la cabeza como uno de esos perritos de los taxis; si no haces nada más, solo estarás bloqueando esos buenos deseos y sucumbirás ante la mala vibra de mierda que te has cargado. En lugar de eso, haz todo lo contrario; da las "gracias" con una sonrisa y ponte manos a la obra, ármate de huevos (u ovarios) y sal a disfrutar de la vida... ¡a intentar devorarte el mundo carajo!.
Puedes comenzar por decir "te quiero" más a menudo, a tus hijos por ejemplo (si no tienes pues ¡anda y hazte unos!, practicar esto también es parte de apreciar la vida). Da abrazos inesperados, tienen mucho poder. Trabaja duro y en algo que te guste o por lo menos te entretenga. Se amable. Sonríe. Se agradecido. Conoce gente nueva e interesante cada vez que puedas. Enamórate (de todo y de todos). Acuéstate tarde, levante temprano, pero duerme lo suficiente. Viaja, ¡viaja mucho!, y disfruta de los lugares que visites. Corre por la ciudad o piérdete en tu bici. Aprende cosas nuevas cada día, y borra algunas que ya no te sirvan. Dúchate (cuando te dé la gana). Limpia y ordena la caverna esa que llamas casa (no recordar el color del piso del salón es una buena señal para empezar este punto). Cocina (para ti y para otros), es sorprendentemente fácil, divertido y gratificante. Escucha música que te ponga feliz y cántala como un loco (bailar también está permitido). Haz una locura, o dos, de vez en cuando. Salte de la rutina, llénate de inspiración y déjate sorprender hasta por las cosas más pequeñas...
Descubrimos que si lo haces, de pronto encuentras miles de razones para apreciar lo maravillosa que es la vida; y entonces, solo entonces, recibirás todos los mejores deseos que alguna vez alguien pidió para ti. Y no te olvides de enviar tú unos cuantos también.
En nuestro caso, algo comenzó a materializarse desde ese afortunado instante en que decidimos empezar a disfrutar al máximo de cada instante y cada pendejada que nos sucede. De seguro nos han estado enviando buenos deseos... y por ello estamos agradecidos.
Dicho esto, y en plan de seguir apreciando más la vida... ¡vamos por ese trago de cerveza!...